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Foto: Laura Martinez Silva

El pueblo que inspiró el Realismo Mágico de Gabo: Aracataca

Conoce la cuna de inspiración del querido Gabriel García Márquez.

“Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas, sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un sueño recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que he soñado que estoy en esa casa.” El Olor de la Guayaba García Márquez

Publicado: 2018-03-06

Con estas palabras recordaba el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, su casa en Aracataca, lugar que albergó innumerables momentos de la familia Buendía y alimentó su mente brillante con historias fantásticas que dieron lugar a Macondo, capital del Realismo Mágico Latinoamericano. 

Conocer la cuna de inspiración del querido Gabo, es quizás uno de los sueños más anhelados de todos los seguidores y lectores del nobel. Yo no he sido la excepción y me atreví a hacer ese sueño realidad y visité la tierra natal del colombiano más universal.

Al llegar, Aracataca te da la bienvenida con una frase del Nobel: "Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre la realidad y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra". Además del cartel, este tranquilo pueblo caribeño te recibe con su intenso calor de 40 grados, que para los extraños y acostumbrados a climas fríos o templados es quizás sentirse en alguna parte de los círculos del infierno descrito por Dante.

FOTO: LAURA MARTINEZ SILVA

Desde mucho antes de su partida, Aracataca era ya un lugar histórico, especialmente por todo lo que evoca a Macondo. Mario Benedetti decía que Macondo es el pueblo prototípico de García Márquez, así como el condado de Yoknapatawpha para William Faulkner o la Santa María de Juan Carlos Onetti. Sin embargo, me atrevería a decir, que Macondo es el lugar que mejor evoca la magia y donde todo lo imposible puede ser real.

En Cien años de Soledad Gabo dijo que: “Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".

Aracataca es Macondo, y Aracataca es el pequeño rincón colombiano que se convierte en la metáfora de toda América Latina: escondida, relegada y subdesarrollada y que a la vez, es un lugar de respeto, de dignidad, de esfuerzo, de conciencia, de magia, de cultura y llena de calor humano, que le permite a uno sentirse como si estuviese en casa.

Hay que recordar que Aracataca no solo fue cuna del premio Nobel, sino que entre sus hijos ilustres también estuvo el famoso y reconocido fotógrafo Leo Matiz, que desde sus imágenes pudo brindarnos una mirada intensa y conmovedora de la naturaleza, del mundo rural y en especial de su sensibilidad al problema del otro, retratando las problemáticas de la clases más humildes y desposeídas.

Ver las fotos de Leo Matiz acompañadas de la lectura de Gabo le permite a uno aproximarse a la vida de la Costa Colombiana del siglo pasado; accediendo de manera privilegiada al mundo caribeño. Por eso y de manera obligatoria, cuando se llega a Aracataca, se tiene que ir a “El Patio Mágico de Gabo y Leo Matiz” donde se almuerza en familia y se disfruta de la grata compañía de los recuerdos de amistad entre el escritor y el fotógrafo por toda la casa.

Desde que uno llega, uno se apura en conocer La Casa Museo Gabriel García Márquez, lugar donde nació Gabito y donde vivió hasta la muerte de su abuelo, es una típica vivienda caribeña de la primera mitad del siglo XX. Esta casa se construyó recreando la casa de infancia del escritor. Actualmente, cuenta con catorce ambientes que inspiraron sus principales obras literarias y cada habitación está nombrada de acuerdo a los recuerdos del mismo Gabo, entre ellas se puede encontrar el despacho del coronel Nicolás Márquez, su abuelo; la sala de visitas, el taller de platería y hasta el cuarto de hospital. También se puede apreciar los espacios comunes, el cuarto de los abuelos y de cuando García Márquez era un niño, además de muchos muebles y adornos de la casa, que le permiten al visitante imaginar el lugar de inspiración del premio Nobel.

Las huellas del cosmos macondiano que fundó Gabo están en todos los rincones de la casa, desde el pasear de las mariposas amarillas revoloteando por los pasillos, jardines hasta llegar al patio donde cuelga un gran letrero con la imagen del escritor sobre un fondo negro y la cita: “Lo único que me duele de morir es que no sea de amor”. 

A pesar de que parece un pueblo muy apacible, todas sus calles hacen referencia a su leyenda, entre ellas se puede apreciar murales que lo recuerdan, además de lugares emblemáticos como: la Biblioteca “Remedios La Bella”, donde el director amablemente te cuenta anécdotas de la familia García Márquez y todo los proyectos que hay para difundir la lectura de su hijo insigne, además de tener entre su colección valiosas obras y ediciones especiales de las obras del Nobel.

Gracias a la gestión de la empresa privada, ahora se puede visitar el Museo de la Casa del Telegrafista, conocido por ser parte del escenario de El amor en los tiempos del cólera, recordemos que Florentino Ariza vio por primera vez a Fermina Daza cuando fue a llevarle un telegrama a su casa, y desde ese momento se enamoró desatando esa gran historia de amor que conocemos. Esta casa inspira romanticismo, la misma que fue testigo del amor que se juraban los padres del escritor a través de la correspondencia, tal como señala un escrito frente al museo “este es un lugar por el que se dice que pasa el amor.”

Entre los lugares para visitar también se encuentra el Cementerio, la tumba de Melquiades y otros espacios de igual importancia que inspiraron el escenario de una de las novelas más importantes y más representativas de la historia de América Latina.

Y es que de aquella aldea perdida en el sopor de la ciénaga, lejana, polvorienta, llena de silencio y de muertos, ahora es un pueblo ruidoso y al que después de vivir en cien años de soledad, aún tiene mucho por contar y por el cual valdría la pena regresar.

FOTO: LAURA MARTINEZ SILVA

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Publicado en: http://www.somoselmedio.org/article/el-pueblo-que-inspir%C3%B3-el-realismo-m%C3%A1gico-de-gabo-aracataca


Escrito por

Laura Martinez Silva

Historiadora y gestora cultural. Amante de los libros y del Perú. @lauradenoves1


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Es un espacio informativo enfocado a educación, movimientos sociales, exclusión, cultura, migración, territorio y derechos humanos.