El documental El choque de dos mundos (When Two Wolrds Collide), fue estrenado en el Perú, en el 20vo Festival de Cine de Lima. Una producción que narra la tragedia del 5 de junio de 2009 vivida en Bagua. 

Por tercera vez, se presenta a través de documental, aquel episodio trágico ocurrido en Bagua. Esta vez, bajo la dirección de Heidi Brandenburg, Mathew Orzel y todo su equipo técnico, quienes fueron los responsables de la hábil y cuidadosa selección de imágenes y testimonios dramáticos de la violencia desatada entre los agentes policiales, nativos y pobladores de Bagua; que dejaron 33 muertos, entre 09 civiles, 23 policías y un desaparecido.

Dado sus intereses, por las temáticas sociales y ambientales, y mientras estudiaban en la Universidad de Newport Wales en Gran Bretaña, los directores Brandenburg y Orzel, junto a la productora Taira Akbar, fundaron la productora Yachaywasi (casa del saber, en quechua). Cerca del 2007, emprendieron el proyecto de investigar parte de las consecuencias de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Perú y Estados Unidos; en especial, sobre el impacto que tendría en las poblaciones nativas y sus territorios.

En este proceso, los directores y la productora, conocieron a Alberto Pizango, quien fuera presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y con quien establecieron un acercamiento que hizo posible filmarlo durante la crisis socio-política desencadenada cuando el Gobierno de Alan García aprobó una serie de decretos legislativos (1015, 1073 y 1090), contradiciendo el artículo 6 del convenio 169 de la OIT y contraviniendo las constantes demandas de los pueblos indígenas del país.

El filme documental reconstruye de manera estratégica y muestra con detalle magistral, los pasos decisivos y errores políticos que provocaron el infierno en la famosa “curva del diablo”, zona donde se desata los mayores actos de violencia del conflicto. La secuencia de imágenes de la cinta, presentan el choque dos fuegos: por un lado se encontraba el presidente Alan García, quien invadido por la sed de poder y por posicionarse en el escenario económico mundial, había empezado una campaña de extracción agresiva del petróleo; mientras que por el otro lado, el líder de los pueblos amazónicos, Alberto Pizango había empezado a organizar y a tomar una serie de medidas en contra de esa política extractivista, pero que finalmente, fueron ignoradas y provocaron el Baguazo.

Gracias al talento y la perspicacia de los directores, esta obra, indudablemente, contribuye a la formación de la memoria y reflexión colectiva sobre el problema que existe entre la inversión privada y los derechos de los pueblos indígenas, a través de escenas duras de llanto y muerte, muestra de manera selectiva la tensa guerra de palabras y decisiones producto del enfrentamiento entre ambas partes, que culmina en una batalla mortal. Sin embargo, este documental cumple su función y obliga a los espectadores a tomar una postura, por supuesto; dada la naturaleza del conflicto, el juego de la neutralidad no puede permitirse.

Recordemos que aún las heridas siguen abiertas y los familiares de las víctimas del conflicto reclaman justicia e indemnización por parte del Estado.

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