La biblioteca y sus pequeños lectores
Las bibliotecas pueden ser un refugio, un espacio mediante el cual los niños y las niñas pueden trascender sus carencias materiales de vida y contribuir a hacer de ellos mejores ciudadanos y ciudadanas.
La biblioteca es una de las instituciones más generosas y hospitalarias que han inventado los humanos, dice la antropóloga francesa Michèle Petit. Si bien esta defensa es una convicción reciente, permite tener una visión de las bibliotecas como espacios vivos para el recreo cultural, más que como meros lugares de acumulación de información, con el compromiso de acoger a públicos de todas las edades y todas las condiciones sociales, incluyendo a las personas con alguna dificultad para la lectura.
Jorge Basadre había dicho que para fundar una biblioteca había que pensar primero en los niños. En sus Memorias cuenta su desafortunado primer encuentro con la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), donde fue rechazado por ser menor de edad, pues el reglamento de aquel entonces fijaba un mínimo de 16 años para inscribirse como lector. Por eso, al convertirse en el director de la BNP, uno de sus primeros actos fue fundar la Sala de Niños, en la que se acondicionó un espacio amigable con un teatrín para hacerlo más cálido para los pequeños lectores. Este hecho fue el primer intento por acercar a los niños como un público formal en la institución. Además, se incluyó en el plan de estudios de la Escuela de Bibliotecarios (1944) el curso de Organización y administración de bibliotecas infantiles y escolares, para orientar el acercamiento técnico de los bibliotecarios hacia los niños.
Han pasado cerca de 70 años desde la fundación de la primera Sala de Niños de la BNP; sin embargo –y a pesar de los avatares de la compleja historia de la institución–, nunca se perdió el compromiso, y la actual sala infantil Amalia Aubry Eidson de la Gran Biblioteca Pública de Lima pugna por atender el deseo y la curiosidad de los niños por estar más cerca de las historias, la poesía, el teatro, el arte, la literatura y el mundo cultural en general. Lamentablemente, a pesar de sus esfuerzos, esta no puede atender toda la demanda local y, mucho menos, del país.
Entre las funciones de la BNP está la responsabilidad de fomentar la lectura en toda la ciudadanía; sin embargo, en la mayoría de localidades, la infraestructura de servicios y ofertas culturales es precaria o inexistente, hecho que limita las posibilidades de desarrollar y forjar nuevos pequeños lectores. Aunque sería ingenuo pensar que la lectura y los libros van a cambiar sus condiciones materiales de vida, es importante reconocer que las bibliotecas pueden ser un refugio, un espacio mediante el cual los niños y las niñas pueden trascender sus carencias materiales de vida y contribuir a hacer de ellos mejores ciudadanos y ciudadanas. Por esta razón, los actores y agentes competentes tienen la tarea y el desafío permanente de poner en la agenda nacional la mejora de las bibliotecas, así como proponer acciones concretas con el objetivo de garantizar el ejercicio y disfrute de los derechos culturales de los niños y niñas del país.
PUBLICADO EN: DIARIO "EL PERUANO" VER AQUÍ